Este artículo es la continuación de: La Reventa: Especulación o Arbitraje? Agente de daño o de bienestar social?
Problemas de coordinación de la economía centralizada, donde el gobierno debe planificar no solo que debe producirse o consumirse, sino cuanto, cuando y quienes deben hacerlo.
Algo que obviamos es que la combinación de recursos existentes en la economía, por más escasos que resulten, en términos de sus posibles combinaciones para generar bienes o servicios demandados por la sociedad puede resultar infinita. No es lo mismo pollo entero que pollo despresado. Tampoco lo es un carro para transporte público de un carro para trasladarse al trabajo intraurbano, como tampoco lo es el carro para trabajo en el campo. No es igual un esmalte de uñas rosa oscuro que un rosa claro o un rosa intermedio. Es que en cuestión de gustos y colores, ya dicen por ahí que no mandan los autores. Las combinaciones de productos demandados pueden resultar abrumadoras. McConnel, Flynn y Brue (2015), a través de un ejemplo de cartas representaban con magistralidad el problema que afronta cualquier gobierno centralizador tratando de lidiar con la multiplicidad de demandas que la sociedad puede tener.
Si con tres naipes pueden hacerse seis posibles combinaciones, ya con 10 naipes las combinaciones llegan a ser más de tres millones, entretanto con quince naipes las combinaciones superan el billón. No digamos entonces con 52 escasos naipes el número de combinaciones no sería posible de mencionar aquí en este ensayo, sin un ejercicio mental complejo, sino véase el siguiente ejemplo:
Con N recursos | Combinaciones posibles |
3 | 6 |
10 | 3.628.800 |
15 | 1.307.674.368.000 |
52 | 80.658.175.170.943.900.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. |
Con ese simple recuadro, se ilustra como usando solo 52 naipes, o lo que es lo mismo en nuestro paralelismo: número de recursos, las combinaciones de productos y recursos en la economía, pueden ser tan variadas como casi infinitas son las preferencias de la sociedad. No obstante, ello no implica que los recursos no son escasos, concepto que constituye la columna vertebral de la economía. Es por ello que, los agentes económicos (productores y vendedores) se orientan a obtener lo máximo de ellos, a través de sus combinaciones. He aquí la habilidad que ha de aplicase para obtener el máximo beneficio. Pero, por otro lado, esa misma variedad de combinaciones y demandas del ser humano, y por tanto, la forma de satisfacerles, pueden resultar muy abrumadoras para cualquier gobernante centralizador. Basta algunos ejemplos ya no de números, pero que al final participan de la misma característica: toallas húmedas pueden ser tantas como olores, tamaños y usos posibles pueden ser producidas. Ahora imaginemos, calzados, vestuario, cines, viajes, maíz, granos, comida fabricada, leche, alimentos para ancianos, entradas a parques, cines, pollo, carne, café, carros, casas, repuestos para electrodomésticos, repuestos para carros, edificios, rentas de bienes muebles e inmuebles por sectores, zonas, tipos, edades; juguetes de distintos usos, piedras y en fin, así una inimaginable cantidad de recursos, productos y servicios que combinados a través de la actividad privada con atención al comportamiento del mercado podrían satisfacer tales preferencias sociales más fácilmente. Para seguir con la reflexión, no puede dejar de mencionase aquí por ejemplo los productos que una dama utiliza para su particular forma de embellecerse y cuidarse, ni se diga cuando de niñas se trata, hecho que tampoco es ajeno a muchos caballeros.
El coordinador central público, debe entonces satisfacer tal variadas preferencias sopena de incurrir en una sociedad tensa por insatisfecha, con múltiples demandas no cubiertas. En palabras más técnicas, las carencias u omisiones del coordinador central en determinar, y por tanto asistir y coordinar, la producción de bienes y servicios que satisfagan las preferencias y combinaciones de esa sociedad que los demanda, deriva entonces en la evidente escasez o desabastecimiento, ante las fallas e imposibilidad, hay que ser justos reconociendo esta falencia involuntaria, en atenderlas a todas. Así pues, la escasez y el desabastecimiento, una de los ejemplos más claros en términos de costos sociales de consumo y satisfacción para la toda la población, resultan en una consecuencia clara de la ineficiencia que caracteriza cualquier intervención gubernamental en los esquemas de producción y distribución, algo que aplica en cualquier región o país del mundo, ciertamente, pero que en Venezuela reviste niveles de graves proporciones hoy día
Los economistas intentan explicar las diferencias de ambos términos, pero la realidad es que ambos conceptos conducen a lo mismo: una demanda de bienes o servicios y recursos que no puede ser cubierta enteramente o al menos satisfactoriamente para esa sociedad, no importa su estamento social (aunque vale decir que la clase más empobrecida, la clase media y la clase trabajadora son las más afectadas en términos de disponibilidad de recursos a los cuales pueden acceder) por las políticas de coordinación centralizada en una economía de estado o regida por cualquier case de disposición mandatoria, de espaldas a esa realidad.
No es de extrañar que antes de atacar las causas del problema de insatisfacción causada por la coordinación centralizada de los recursos en la economía, por su imposibilidad material casi absoluta de hacerlo, el planificador central busque entonces en forma paralela, atacar el consumo como factor de bienestar. El consumo que económicamente es el beneficio o satisfacción de la sociedad (equivalente a la demanda de la sociedad) es atacado y anatemizado por el gobierno como método paralelo, de inducción psicológica y doctrinaria, pero subsidiaria, en reducir el problema de coordinación central que ese mismo gobierno ha causado y enfrenta típicamente bajo el modelo económico que ha optado aplicar. Es el gobierno quien decide que producir, como producir, donde producir y finalmente quienes deben adquirirlo. Haciendo eso, los errores y omisiones (que pueden ser involuntarios, sin alusiones a posibles intenciones de la cual ya profusos son los ejemplos) son pagados por la sociedad a través del desabastecimiento y de la escasez. El camino más fácil (aunque perpetrando dolor a los ciudadanos en forma de colas y de desatención a la demanda) es la consecuente medida de restricción al consumo a través de distintas formas, una de ellas imposición de cuotas de abastecimiento, restricciones al consumo, cupos para comprar, entre otros. Todos estos factores que restringen la oferta incrementando la insatisfacción de la demanda, en términos meramente económicos.
Ahora bien, el otro problema que aquí enfrenta el centralizador es el control de la medida de restricción de la oferta, y ya como se desprende de las ultimas regulaciones hasta del consumo, y por tanto a la imposición de sanciones. La actividad reguladora no viene sola. Ella requiere entonces toda una plataforma normativa de restricciones a la libertad económica (i.e Ley de precios Justos) y una amplia nómina burocrática (misiones, comités, funcionarios, fiscales, policías, guardias, poder comunal en sus distintas manifestaciones posibles, fiscales, entre muchos otros) que deben hacer cumplir la ley. Una ley que debe ser cumplida pero que impone violaciones al derecho humano más básico: el derecho a la libertad individual de escoger y satisfacer las preferencias personales (ya de supervivencia) y por tanto, la libertad para la toma de decisiones de manera libre y sin coerciones.
El ingente control gubernamental, implica elevadísimos costos para toda la sociedad y sacrificios que debemos hacer todos los ciudadanos, en términos de nómina y recursos que se cuelan para el pago de dichos controles (todos pagados por los ciudadanos de este país, sin distingo de raza, credo, origen social ni genero). En eso sí que no hay discriminaciones: en el costo que debe afrontar toda la sociedad, esa misma que apoya la medida de control por no entenderla, pero que la sufre duramente. Pero eso no se queda ahí. Hay un sacrificio aun mayor, y es que a la empresa, esa misma que debe producir, vender ante circunstancias adversas de escasez de recursos que a ella también le afecta, tampoco puede ser eficiente en la producción y la comercialización de productos y servicios. La actividad empresarial en lugar de dedicarse a la mejora, la innovación y la producción, debe avocarse cada vez más a atender controles enmarañados que se solapan unos a otros. Estos costos de escasez y reducción de productos disponibles, nuevamente los paga la sociedad en su conjunto. Es evidente que la menor disponibilidad de bienes y servicios una vez más, puja por incrementar una demanda que se queda insatisfecha proveniente derivado de una economía centralizada.
La Reventa: Especulación o Arbitraje? Agente de daño o de bienestar social? continua en las siguientes publicaciones:
- Los Incentivos a la Producción
- La preferencia personal, esa indeseable pero innegable fuerza!
- El papel del revendedor como agente de bienestar social
- Modificaciones Normativas que inciden en el ISRL - 3 abril, 2017
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